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Anatomía Rebelde

" La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene ".   J. L. Borges  Mi anatomía ha dejado de amortiguar mis desvelos. Desde el epicentro, una llaga viva cultiva venas necrofílicas que se reproducen a una velocidad sin igual. En mi boca, hay u na peste que corroe todos mis dientes desde las raíces hasta el esmalte. Si mi cuerpo era ya antes un reloj, ahora lo es contra mí. No tan solo lucha a oscuras, sino que tampoco me permite el acceso a mis defensas. Ha bajado casi todas mis llaves pero sin apagarme por completo. Solo no ha impedido mis gritos en silencio. Así que los más fuertes los dejo para mis pesadillas... Mi anatomía rebelde se auto aniqui la . El péndulo ha perdido su momentum y ahora, se arrastra con lo que sobra de viento.

Cercas de Papel

Retazo del diario de una joven sin nombre: Las cercas que por tanto tiempo me alertaron de su electricidad estaban hechas de papel. Atravesarlas no fue el hito que pensé. Sí sentí una pequeña vibración en la piel. Era la emoción de cruzar, lo que con tiza se delimitó, el cómodo vivir. Ese buen vivir prometido que nunca se veía cumplir. Puedo retornar o, al contrario, averiguar que hay más allá, pero la emoción de esa primera vez ya no es la misma. Tuve que salir, eso lo sé, pero ya no sé donde estoy varada. Tampoco quiero volver. Volver es que me hablen de la cerca eléctrica una y otra vez. Creerme loca porque les digo que es de papel. Este es el relato de quien vivió en aquel mismo recinto, unas cuantas décadas después: Cuando se abrieron los portones, recuerdo que nadie salió de adentro. Se de varios que aún ahí permanecen. Incluso a mi me ha tomado un buen tiempo.

La Playa - Ejercicio de Paz #1

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Cerré los ojos para buscar ese lugar que me pueda dar paz y tranquilidad.  La luz del ventanal , ese día, claramente ejerció influencia en este ejercicio de creatividad. Un blanco marfil y un silencio bastante acogedor. Aparecieron unas nubes un poco más oscuras que se oponían gentilmente a este fondo absoluto. La cámara (la que dirige mi imaginación) bajaba lentamente hasta tocar el fondo. Al fin lo había encontrado, mi lugar ideal: el otoño en una playa desierta.  Las aguas blancas y el cielo grisáceo insinuaban un mono cromatismo. Todo menos el suelo: la arena era dorada y rebotaba el verdadero brillo de un sol opacado. Detrás de la playa: un pastizal de un verde bien nutrido y humectado, con ese aroma a frescura que todos bien conocemos.  Mientras estos paisajes se revelaban, yo ya no sabía que sucedía con mi cuerpo en el plano de la realidad. Si es que la misma sonrisa que tenía en la playa se esbozaba para afuera en la clínica donde me encontraba - o me veía inmuta. Lo único que